La Corte Suprema tuvo a disposición 93 kilos de documentos que acreditan los delitos imputados al ex dictador, aportados por el Ministerio Público peruano, su Defensoría del Pueblo, la Comisión de Verdad, y organizaciones de ddhh de Perú, así como los fallos de la Corte Interamericana de DDHH en relación al caso de Barrios Altos.
El cuaderno Nº 15-05, se refiere a los casos “Barrios Altos-La Cantuta”, masacres ejecutadas por el grupo “Colina”, un escuadrón de la muerte del Servicio de Inteligencia del Ejército, órgano controlada por Fujimori, en una relación comparable a la de Pinochet con la DINA. Las ejecuciones de vecinos y estudiantes, desaparición forzosa, incineración de restos y entierros en fosas clandestinas, en la legislación peruana constituyen homicidio calificado, lesiones graves y Desaparición Forzada. En la chilena, serían homicidio calificado, lesiones corporales y secuestro agravado. El juez que falló en contra de la extradición desechó todos esos argumentos, recurriendo a los criterios de la defensa de Fujimori, copiando textualmente sus fundamentos en el cuestionado fallo.
El modelo pinochetista
En su primera visita a Chile, realizada en marzo de 2006 al iniciarse la solicitud de extradición, Francisco Sobirón explicaba a esta periodista: “Comparando nuestras historias, es posible asimilar la figura de Fujimori a Pinochet, la de Vladimiro Montesinos, asesor del dictador, al ex general Manuel Contreras. El servicio de Inteligencia Nacional de Perú es como la DINA chilena, y la Operación Colombo y Caravana de la muerte son episodios represivos a nuestro juicio asimilables a La Cantuta, y Barrios Altos. El asesinato de Tucapel Jiménez es comparable al de Pedro Huillca Secretario General de la Confederación General de Trabajadores, ultimado en diciembre de 1992.Nosotros exigimos la extradición del prófugo para que rinda cuentas por estos crímenes de lesa humanidad. Como jefe de Estado, fue cúspide de la cadena de mando de una estructura de operaciones encubiertas; condujo violaciones graves y sistemáticas a los ddhh en los años de régimen autoritario y dictatorial que ejerció en el Perú junto con Vladimiro Montesinos.”.
Andrea Ortiz es sobreviviente de esa operación represiva, ya que también ella estudiaba en la Universidad Enrique Guzmán Valle, “La Cantuta”, un pedagógico con alrededor de 3000 estudiantes, ubicado en las afueras de Lima. Así recordó ella esos días: “Los hechos ocurrieron el 18 julio 1992, con la universidad intervenida, quemas de libros, y. control militar total, incluidos los ingresos. Estaban prohibidos los eventos culturales, y organizaciones de estudiantes. Esa madrugada el grupo Colina secuestró a 7 estudiantes varones, a dos mujeres y un profesor, En julio de 1993 se encontraron unas fosas en Cieneguilla, fuera de Lima. Los desaparecidos fueron quemados en los hornos del Servicio de Inteligencia del Ejército y luego enterrados.”
Reveló también Andrea la forma en que se descubrió el cadáver de su hermano Enrique Ortiz Perea:
Por los crímenes citados, hay 57 procesados. Entre ellos Vladimiro Montesinos, asesor presidencial, Nicolás de Valle Hermoso, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y otros generales y oficiales. Los dos años de funcionamiento de la Comisión de Verdad, con más de 28 audiencias públicas donde sobrevivientes y familiares de las víctimas daban su testimonio, ayudaron a mantener vivo en la opinión pública los crímenes ya descritos. Cuando se conocían los nombres de los perpetradores, se denunciaban en esas audiencias, pero en otros casos no se sabían.
La decisión de la Corte Suprema revelará si este tribunal ha incorporado realmente el respeto a la doctrina internacional de derechos humanos y a los pactos firmados por Chile, o si fallará apelando a criterios y subterfugios como los que permitieron al dictador chileno morir sin una sola sentencia que rompiera la impunidad de la que gozó en vida.
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