sábado, 4 de agosto de 2007

De la necesidad inmediata a la voluntad política


Por: Jesús Silva

Sabiamente lo diría Friedrich Engels: “[...] dado que hasta el día de hoy la sociedad se ha agitado entre antagonismos de clase, la moral ha sido siempre una moral de clase; o justificaba la dominación y los intereses de la clase dominante, o representaba, cuando la clase oprimida se hacía lo bastante poderosa, la rebelión contra esta dominación, así como los intereses del futuro de los oprimidos”.


Vigente reflexión la de aquel gran pensador alemán que se manifiesta en nuestro presente, cuando vemos hoy que desde ciertos foros regionales, algunos nuevos teóricos, desde su peculiar moral conservadora, arrecian su apología a la propiedad privada, al gobierno empresarial, y a un tal “capitalismo solidario”. Parecen resistirse a asimilar la realidad que los enfrenta, que hasta hoy la relación social del “capital” encierra una contradicción antagónica entre empresarios y trabajadores. Que la prédica metafísica no reconcilia a burgueses y proletarios para que juntos de la mano armen la nueva sociedad de bienestar, pues la historia de la humanidad ha demostrado que mientras haya explotación, tendremos luchas.


Pero definitivamente no podía resultar sorpresivo, después de estos años de afianzamiento de nuestro Presidente Hugo Chávez en la dirección del Estado, que la Derecha Venezolana y sus subordinados, retomaran el sendero de la infiltración burocrática como la principal estrategia de sabotaje contra la política social transformadora que viene desarrollando nuestro máximo líder nacional. Ni es una casualidad que hoy día que nos esforzamos por construir la unidad de los revolucionarios, este sector reaccionario procure confundir al pueblo con sofismas divisionistas, prejuicios, sectarismo, y toda suerte de falacias para obstaculizar la necesaria alianza de fuerzas antiimperialistas capaz de enfrentar el asedio de enemigo principal: El Tío Sam.


Es entonces, en el marco de este escenario, que reaparece con suficiente nitidez el histórico fenómeno del Anticomunismo, una vieja maniobra apoyada por minorías internas cercanas al capital y distanciadas del trabajo, mediante la cual pretenden aislar y desmantelar a todo destacamento que de verdad confronte la explotación de los trabajadores y se proponga derrocar la Dictadura de la Burguesía. Evidentemente, no podía ser la Revolución Bolivariana, una excepción para esta manifestación contrarrevolucionaria, menos aun cuando los verdaderos enemigos del pueblo, saben que los comunistas conformamos un movimiento que reúne características especiales: A) Es histórico, porque en Venezuela, tenemos más de 70 años de luchas populares, abiertas y clandestinas, sobreponiéndonos a asesinatos, cárceles, torturas y desapariciones de varias generaciones de camaradas. B) Es mundial, por cuanto se mantienen en lucha organizaciones comunistas en todas partes del mundo, inclusive dirigiendo gobiernos nacionales, regionales y locales. C) Es científico, pues se sostiene en una doctrina teórico-práctica y antidogmática, el Marxismo Leninismo, que permanece como gran referencia ideológica de todos los movimientos antiimperialistas y anticapitalistas del mundo.

Por ser quienes somos, jamás pactaremos con la pseudorevolución infiltrada, que no es más que la expresión concreta del voraz arribismo de la Pequeña Burguesía. Una minoría oportunista que delira con vernos pasar al antichavismo, para dar rienda suelta a su corrupción y sus vicios sin nadie que los combata. Hacia ellos, nuestro mensaje es cada vez más claro y contundente: Fuimos, somos y seguiremos siendo parte integral de esta Revolución Bolivariana de carácter Antiimperialista, constructora del poder popular; y dentro de ese marco revolucionario seguiremos respaldando al principal dirigente de este proceso liberador que ha colmado de esperanza a nuestro pueblo, a la América Latina, y a otros continentes.


En este sentido, con apertura y humildad, estamos comprometidos con el debate ideológico constructivo, partiendo desde nuestra arraigada identidad clasista proletaria, que comprende que al rigor de las luchas con el pueblo es que una organización política se forja una identificación colectiva y un razonamiento político. Que advierte que la formación revolucionaria no se decreta, sino que se construye a partir de las experiencias históricas, la praxis social y el análisis científico. Que asume que la conciencia jamás preexiste ni es espontánea, si no que se va consolidando dialécticamente a partir de los conflictos sociales, y que solo cuando tal conciencia es alcanzada, un movimiento puede pasar de la necesidad inmediata a la voluntad política.

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