jueves, 18 de octubre de 2007

Mala Clase

por: Carlos Lozano Guillén
gentileza de: www.pacocol.org

Un compañero se rió con sorna cuando me encontró leyendo el libro “Amando a Pablo. Odiando a Escobar”, de la diva Virginia Vallejo, ex amante de Pablo Escobar y conocedora de muchos de los secretos del capo del narcotráfico, contados en la intimidad de la alcoba.
El libro, que es un best-seller en Colombia en las últimas semanas, no se ocupa solamente de la vida de Virginia Vallejo al lado del capi di tutti capi y de su actividad política y social, siempre con la participación de destacados dirigentes políticos de los partidos tradicionales y del jet set colombiano, mientras su actividad fue pública y tolerada, aunque se conocía desde el comienzo el origen ilícito de su dinero con el cual financió campañas electorales y bacanales.
La historia de la diva, conocida presentadora de la televisión y hermosa modelo en los años ochenta, “muy bien” emparentada, revela el relajo de la clase dominante colombiana, descompuesta hasta los tuétanos, sin valores éticos ni morales, que le enciende una vela a Dios y otra al diablo. El libro refleja la descomposición de la oligarquía, incluyendo a la casta aristocrática que ya no tiene dinero pero vive del cuento de sus abolengos y tradiciones, aunque no siente pena de involucrarse en los negocios ilícitos para volver a disfrutar de comodidades perdidas. Es la historia de la Vallejo, quien conoció la cresta de la popularidad y del lujo y termina llevada por la DEA como “testigo estrella” con apenas dos monedas de un cuarto de dólar en su lujosa pero vieja cartera.
El libro hace referencia al “doctor Varito”, como Escobar le decía al actual Presidente de la República y quien, asegura la autora del libro, conoció al capo y se entrevistó con él en algunas ocasiones. Dice en la introducción que la generosidad de Uribe Vélez con el diario El Tiempo cumple un propósito que va más allá del apoyo incondicional del principal diario del país, “garantiza un absoluto silencio sobre el pasado imperfecto del señor presidente de la República. Es un pasado que el gobierno de los Estados Unidos ya conoce. Yo también lo conozco y muy bien”. También alude a otros políticos y “gente bien” que frecuentaron las mieles del poder mafioso sin ningún escrúpulo. Descubre la drogadicción de Aníbal Turbay, sobrino del presidente Julio César Turbay, ex amante suyo y padre de los hijastros de Ardila Lülle, quien le presentó a Escobar en la hacienda Nápoles.
La lectura de este libro, lejos de ser una obra de literatura, saca a flote la podredumbre de la clase dominante colombiana, una “mala clase” para decirlo en frase coloquial, de la que alguna vez un embajador de un país europeo dijera: “es de las más atrasadas del mundo, cerrada a todo cambio democrático y capaz de acudir a las formas más agresivas y violentas para defender sus privilegios”.

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