jueves, 18 de octubre de 2007

Angélica Rojas Toledo, combatiente rodriguista

Por: Sandra Trafilaf Yañez ex prisionera política Combatiente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez

La Compañera Angélica Rojas Toledo, murió el 21 de septiembre de 2007, una fecha especial, para una gran Mujer, que le gustaba el campo, los árboles, las flores, que distinguía distintos tipos de verde y para quién el olor de la tierra le traía sus mejores recuerdos del Sur, donde ella nació.

Angélica murió a los 45 años de edad, se ganaba la vida como suplementera, afiliada como corresponde a su sindicato, liderando batallas también desde ese frente, estaba estudiando psicología, era uno de sus sueños, hija de un obrero, proveniente de una familia proletaria, comunista, de esas con linaje, de esas que se forman al calor de las luchas del pueblo, era la penúltima de siete hijas/o. Las hermanas Rojas eran famosas, conocidas todas por su fuerza y la convicción de sus principios revolucionarios. Angélica también realizó otro de sus sueños, ser madre de una hermosa hija, la Coni, la que fue concebida en medio de sus pensamientos cuándo aún estaba prisionera en una cárcel, su hija puede decir que estuvo rondando mucho antes de nacer en la vida de Angélica.

Seguramente todo esto a ustedes, militantes del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, no les hace ningún sentido de pertenencia, y se deben estar preguntando porque les estoy hablando de Angélica, mi compañera de cárcel, de celda, mi amiga, mi hermana de armas. Deben estar pensando que tiene que ver esta mujer con ustedes, así es que escuchen bien, esta Combatiente, tiene mucho más que ver con ustedes, que muchos de ustedes que rondan la sede del Movimiento hoy por hoy.

Angélica ingresó a militar a las Juventudes Comunistas, cuando era aún una niña, como muchos, como muchas que tuvimos que vivir la Dictadura. Luego se incorporó a las tareas del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, no fue fácil, siendo mujer, siendo tan osada y valiente como ella. Como combatiente, le tocó vivir períodos duros de clandestinidad, escondiendose, viviendo la fragilidad del momento, la claridad de que podía ser último día. Hasta que fue detenida.
Sufrió la tortura como tantos y tantas en este país, pero ella no fue como tantas, su silencio empecinado la hizo enfrentarse con sus torturadores, y salió digna de la tortura, no entregó a nadie, y si leemos los testimonios y los estudios que se hacen sobre el tema, sabran que los torturadores se ensañan con más fiereza en contra de las mujeres, tratándonos como botines de guerra, y no nos perdonan, que nos hayamos metido en cosa de hombres.

Angélica estuvo años en la cárcel, junto al resto de las prisioneras políticas, ella si que era una Mujer de armas tomar, y todas supimos de su carácter, y cómo defendió sus ideas a ultranza, y contra quien fuese necesario. Así ella era, así la quisimos, así aprendimos que era alguien especial, alguien a quién se debía respertar, y así lo dejamos de manifiesto en su velorio, en su funeral. Ex prisioneras políticas de todos los partidos, del MIR, del Lautaro, del Partido Socialista, sus compañeras Comunistas, las del Frente, estuvimos allí, cantando sus canciones, hermanadas a través de su memoria, mano con mano, sujetas de sus recuerdos.

Angélica sale de la cárcel en 1991, y asume otra misión importante más en su vida, lo hace con seriedad, con rigor, con disciplina, integrando la primera Dirección Nacional del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, es la primera vez que los y la Rodriguista dan la cara en forma pública, para expresar que el Frente se vuelve una organización política pública. Ella tiene el mérito de haber dado la primera conferencia de prensa, y se veía preciosa con su pañuelo en el pelo, con su boca roja, porque ante todo, ella era una MUJER. Con su voz fuerte y profunda, lee el primer comunicado del Movimiento, con sus ojos grandes y altivos, responde las primeras preguntas de los periodistas que acudieron al encuentro en esa histórica conferencia del Movimiento. La acompañaban Marcos Riquelme, Luis Vega, Leandro Torccio, Jorge Olivares, César Quiroz y Alfedro Malbrich. Ella fue la primera mujer Combatiente del Frente en defender a cara descubierta el nacimiento del Movimiento.

Ven compañeros, que esta Mujer Combatiente, tiene mucho más que ver con ustedes, que lo que estaban pensando?
Participa activamente de la primera Dirección Nacional, por eso los eche de menos en su velorio, en su funeral, y fue una sorpresa enterarme que muchos ni siquiera lamentaron su partida, fue olvidada por ustedes en su despedida final, pese a que mientras aún su cuerpo estaba en la Morgue, me encargué personalmente el día 21 de septiembre, de que ustedes fueran unos de los primeros que recibieran la noticia. Lo lamento, no por ustedes, por ella, porque se merecía una despedida como corresponde, como le corresponde a cada uno y a cada una, que fuimos combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Merecía que ustedes estuvieran allí, solemnes, con sus vestimentas, con sus pañoletas, rindiendo honores, cantando el himno, y no que una compañera del Mir, durante su funeral, que ni siquiera sabía bien la consigna del Frente, se diera cuenta que no se le despedía como la Rodrguista de tomo y lomo que fue, que gritara con emoción un grito que les correspondía a ustedes dar, sobre todo porque tuvimos el respeto de cederles ese espacio, de validarlos como nuestro referente a la hora de hacer los honores en la partida final.
Una pañoleta del Movimiento, estaba presente en su ataúd, porque Marcos Riquelme la fue a dejar a su velorio. Luis Vega dijo una palabras en su despedida, y debo reconocer que lo hizo presionada por mi, pero el compañero no se atrevió a hacerlo a nombre de la Dirección, lo hizo en forma personal, recordó la conferencia de prensa histórica, su fuerza y su carácter, y esos gestos se agradecen.
Pero el Movimiento, la delegación oficial, la delegación especial que ella se merece, no estuvo presente, y me surge la necesidad de expersarlo, de escribirles y de plantear desde mi dolor, esta queja, este reclamo, porque yo los he sentido siempre, pese a no estar de acuerdo con ustedes en muchos de sus planteamientos, que siguen siendo mis compañeros de armas, y este olvido, no tiene ninguna justificación. No haber estado allí, no le quita méritos a mi compañera, a mi amiga, a mi hermana, le quita méritos a ustedes. Fueron ustedes los que no estuvieron a su altura, son ustedes los que se quedan al lado, y son ustedes los que pierden valor, no sólo ante mis ojos, que podría también importar poco, sino ante todos los que si estuvieron en su despedida final.

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