Son los mismos que pasan por esta institución de los revolucionarios en oportunidad de curtirse de lo mejor de nuestros legados, de nuestros maestros, de la grandeza que significa la teoría en combinación de la practica y las luces que forjan la moral y la ética revolucionaria comunista queriendo llegar a obtener el titulo de revolucionario haciendo triquiñuelas, engañando sin importar el costo de su traición a los principios que prometieron asumir hasta el final en un compromiso con las ideas, las batallas y la revolución.
Son estos cazadores de oficio a quienes podemos definirlos como los perturbadores de los procesos revolucionarios, son estos unos encapotados y buenos aprovechadores de la formación ideológica revolucionaria, las y los personajes que en virtud de esas grandes cualidades obtenidas gracias a la Escuela revolucionaria junto a sus formidables características personales expresadas en (charlerismo, manipulación, insinuación, persuasión, actuación, etc.) cuales llegan casi a cubrir exitosamente un interior falso, enmascarado en el romanticismo izquierdista, el aventurerismo descubridor y poseedor de la verdad y la realidad absoluta.
Son las y los mismos que desde siempre han pretendido ir a pescar en ríos revueltos, ocasionados por las turbulentas corrientes viciadas por la inconsecuencia y el anacronismo revolucionario, maniatados por su ego, ocupados en encontrar algún puesto burocrático que llene sus expectativas y genere dividendos para aumentar las cuentas de sus bolsillos y caprichos.
Son quienes defienden los mismos intereses personalistas disfrazados entre sus trajes diseñados bajo la figura de la percepción de poder a conquistar por encima del obstáculo que sea, utilizando los mecanismos y las tácticas más despiadadas que pueda accionar cualquier guerra sucia como lo es la infiltración y el divisionismo.
Los falsos revolucionarios son individuos que se reconocen en la política reaccionaria de la derecha, inician sus pasos creyendo reconstruir la organización activista revolucionaria en función de imponer sus meritos y sus propios intereses, perdiéndose de esa manera en el lodazal mercenario de los especuladores de la izquierda revolucionaria y de sus objetivos a alcanzar por la transformación definitiva de la sociedad y la humanidad.
¡Los auténticos revolucionarios tenemos el compromiso de nunca traicionar a nuestro compromiso militante!
¡La línea justa es: luchar hasta vencer!
1 comentario:
muy buena la nota...
conectate. te mandé un mail.
viva la FJC!
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